Últimamente se nos da muy bien quedarnos de brazos cruzados, sin hacer nada. Al convertirse esto poco a poco en una costumbre, tenemos cada vez menos remordimientos si no ayudamos a alguien a pesar de que estuviera en nuestra mano. Hace un tiempo, si alguien se caía por la calle, la mayoría de los que estaban a su alrededor se le acercaban para cerciorarse de que se encontraba bien. Hoy, seguro que no soy el único que ha visto que cuando alguien tropieza es objeto de burlas y risas, y prácticamente nadie le ofrece una mano para levantarse o le pregunta cómo se encuentra. Una de las únicas reacciones que pude observar fue tristemente la de hacer una foto de la situación, seguramente para que más tarde en las redes sociales sus conocidos vean que estuvo allí en el lugar y el momento del acontecimiento.
Pero no solo nos quedamos de brazos cruzados cuando vemos que alguien lo está pasando mal, que ya es grave. No hacemos nada tampoco al observar que quienes hemos votado se aprovechan de nosotros, de todos. Es muy normal ver en el telediario que este político ha defraudado unos cuantos millones, que aquel comenzará el juicio en un tiempo, que el otro, por falta de pruebas, ha sido liberado… Y no hacemos nada. Hay un dicho popular que reza: ” A todo se acostumbra uno”, y parece que la población española se lo ha apropiado como lema.
¿No os dais cuenta que si lo siguen haciendo, es solo porque se lo permitimos? En una democracia el pueblo tiene el poder. El pueblo, con su poder, asigna a unas personas unas determinadas funciones, ni más ni menos. Un político, si roba dinero público no solo no puede seguir ejerciendo su cargo, sino que debería ir a la cárcel durante bastante tiempo, ya que más grave que atracar una tienda es robar dinero de hospitales, de colegios, de pensionistas y de marginados sociales, que necesitan ese apoyo económico. Ese dinero, como bien se aclara en muchos periódicos, se lo roban al Estado, pero parece que no acabamos de entender que el Estado somos nosotros.
No nos quedemos de brazos cruzados, somos nosotros los que tenemos el poder.
Estoy de acuerdo hace falta más empatía por el otro. Y sobre los políticos creo que son nuestros empleados y podemos correrlos si queremos.
Saludos
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