La vida es decepcionante.
Díselo a la flor amarilla,
bonita, grande,
que destaca por su belleza
entre todas las otras bellas flores
que hay tomando el sol en el prado,
esperando a que se acerque
algún insecto zumbando
atraído por su belleza
y su polen.
Díselo a esa flor
que consiguió que su semilla germinase.
Que consiguió de una manera asombrosamente compleja
bella
abrumadora
y maravillosa
conseguir transformar materiales muertos,
rocas, agua, sales,
en pétalos suaves y de un amarillo intenso.
Que chupó esa energía
que el sol nos regala a todos
y la usó para crecer
y desarrollarse
y aguantar los vientos
y seguir creciendo
y conseguir ser tan bella.
Díselo a esa flor
que cuando ya lo consiguió todo
fue pisada por una vaca
que sin prestar atención
andaba soltando pedos
por el prado soleado.
Y te lo digo a ti.
¿A dónde andas tan rápido
sin pararte a escuchar a esos jóvenes
que tocan en la estación de metro?
Lo están viviendo
y se nota
y no te paras a escuchar
porque quieres ir a algún lado a hacer alguna cosa.
Alguna cosa como la flor
que crece y crece para que la pisen.
Y tú vas a ser pisado.
Si no en vida, cuando acabe.
Vas a hacer todo eso para ser pisado por una vaca pedorra
dejando para cuando tengas tiempo
que solo es ahora
el pararlo todo y sentir esas melodías tan bonitas.
Y todo para seguir con tus cosas
y con la vida.
Y yo sé que no siempre te puedes parar.
Pero sé que normalmente sí.
Deja la vida para luego.
Hay tiempo para pararse a escuchar.